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Francisco Cervantes y su liderazgo sin peso en las reformas empresariales

Desde su nombramiento como presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) en 2022, Francisco Cervantes ha liderado al organismo en un periodo en el que se han llevado a cabo reformas significativas en sectores de tanta importancia como la energía y las telecomunicaciones; sin embargo, su capacidad para influir en la creación de un entorno regulatorio que favorezca la inversión privada y la competencia ha sido objeto de debate, especialmente considerando las crecientes intervenciones estatales.
Reformas energéticas: un liderazgo cuestionado
En octubre de 2024, la Cámara de Diputados aprobó una reforma constitucional que modifica los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución, incrementando el control estatal sobre la industria eléctrica y limitando la participación privada. A pesar de las posibles repercusiones negativas para la inversión extranjera y la competitividad, el CCE, bajo la dirección de Cervantes, mantuvo una postura moderada y evitó confrontaciones directas con el gobierno.
Aunque el organismo expresó su preocupación por la incertidumbre generada por la reforma, no promovió una estrategia contundente para contrarrestar los cambios ni propuso alternativas que garantizaran la inversión privada. Esta actitud generó críticas dentro del sector empresarial, que esperaba una defensa más activa de un marco regulatorio que fomentara la libre competencia y la atracción de capitales.
Telecomunicaciones: oportunidades desaprovechadas
En el sector de las telecomunicaciones, la falta de influencia del CCE también ha sido evidente. A pesar de reconocer la importancia de la digitalización, el organismo no ha logrado impulsar cambios regulatorios que faciliten la inversión en nuevas tecnologías o que reduzcan el dominio de ciertos actores en el mercado. En abril de 2024, el CCE presentó una estrategia para el desarrollo de una política industrial digital con proyección al año 2040.
No obstante, la estrategia presentada por el CCE y el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), titulada “La nueva era de la política industrial digital en México”, no ha influido significativamente en la formulación de políticas gubernamentales o en la creación de incentivos que promuevan una mayor competencia en el sector industrial digital. Aunque la propuesta establece metas ambiciosas, como alcanzar una tasa de crecimiento del 5% anual y aumentar al 40% el contenido nacional de las exportaciones hacia 2040, no se han reportado avances concretos ni la ejecución de políticas derivadas de esta iniciativa. Esta ausencia de resultados tangibles sugiere que, bajo el liderazgo de Francisco Cervantes, el CCE ha adoptado un enfoque más reactivo que proactivo en la promoción de reformas regulatorias que impulsen la inversión privada y la competitividad en la era digital.
Relación con el gobierno: ¿colaboración o sumisión?
La estrategia de colaboración con el gobierno adoptada por Cervantes ha sido objeto de debate. Mientras algunos valoran el enfoque conciliador, otros argumentan que ha llevado a una falta de independencia del CCE frente al gobierno federal. Por ejemplo, en el marco del US-Mexico CEO Dialogue celebrado en octubre de 2024, se acordó el establecimiento de mesas de trabajo entre el gobierno y la iniciativa privada para abordar dudas sobre las reformas planteadas. Cervantes confió en que estas mesas permitirían disipar la incertidumbre, pero no se han reportado avances tangibles desde entonces.
Aunque se han anunciado reuniones y colaboraciones, como la revisión de avances del Plan México este mismo mes, no se han reportado resultados concretos que disipen la incertidumbre en temas clave como las reformas constitucionales en materia energética. Esta ausencia de resultados tangibles sugiere que, a pesar de la confianza expresada por Francisco Cervantes en estas mesas de trabajo, aún no se han logrado avances significativos.
Un liderazgo en entredicho
El liderazgo de Francisco Cervantes al frente del CCE ha sido cuestionado por su falta de incidencia en la creación de un entorno regulatorio que fomente la inversión y la competencia. En sectores como la energía y las telecomunicaciones, la ausencia de acciones concretas ha dejado al sector empresarial sin una representación fuerte en momentos trascendentales. Con su permanencia en la presidencia del CCE hasta diciembre de 2025, el reto de Cervantes será demostrar que el organismo puede recuperar su capacidad de influencia en la toma de decisiones y dejar de ser percibido como un actor pasivo frente a las crecientes intervenciones estatales en la economía.